En epistemología, el problema reside en entender cómo es posible que un individuo conozca algo acerca de la cualidad de la experiencia interna de otro individuo, o que siquiera pueda saber que los demás tienen experiencias internas.
Según un ejemplo habitual, dado que la sensación de dolor de cada cual es una sensación íntima, no se podría en verdad saber que lo que el otro describe como dolor es realmente, desde un punto de vista cualitativo, lo mismo que uno describe como dolor. Aunque puedan percibirse las manifestaciones físicas del otro, parecería que sólo el otro puede conocer el contenido de su propia mente. La justificación tradicional de la creencia en las otras mentes, i. e., el razonamiento basado en la analogía, fue expuesta por John Stuart Mill en una fórmula ya clásica: puesto que mi cuerpo y mi comportamiento externo son visiblemente similares al cuerpo y el comportamiento de los demás, tengo motivos para creer, por analogía, que los otros experimentan sentimientos parecidos a los míos y no son meros autómatas. A mediados del s. XX, los seguidores del segundo Ludwig Wittgenstein sometieron a duras críticas el argumento de la analogía. Jean-Paul Sartre, en El ser y la nada (1943), abordó el problema de las otras mentes desde la perspectiva del existencialismo.
Enciclopedia Universal. 2012.