Akademik

Austria
Austria, cuyo nombre significa "Imperio del Este" (en alemán, Österreich) (nombre oficial: República de Austria, Republik Österreich) es una república federal parlamentaria, miembro de la Unión Europea desde 1995. Está situada en Europa Central. Austria comparte fronteras terrestres con Alemania, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Italia, Suiza y Liechtenstein.

* * *

Austria, Alta
Austria, Baja
————————
(Republik Österreich)
► Estado alpino y danubiano de Centroeuropa. Limita con Alemania y la República Checa al N, Eslovaquia y Hungría al E, Italia y Eslovenia al S y el Principado de Liechtenstein y Suiza al O. Su extensión es de 83 859 km2 con un total de 8 131 000 h. La capital es Viena. La moneda y el idioma oficiales son, respectivamente, el euro y el alemán. La religión mayoritaria es el catolicismo. Austria es un país interior montañoso, sin acceso al mar. Los Alpes y Prealpes ocupan cerca de un 70% de su territorio. El resto está ocupado por el macizo de Bohemia y las tierras por donde discurre el Danubio (350 km), al N del país. Destacan tres regiones naturales: Austria Occidental, caracterizada por el paisaje de la alta montaña alpina; el N del país, zona subalpina que forma un área de valles, llanuras y mesetas; y la zona E del país, menos accidentada y apta para la agricultura. Pueden distinguirse tres áreas climáticas: clima alpino o de montaña en el O y centro del país, continental en la parte E y de transición con influencias continentales y oceánicas en el resto del territorio. Grandes recursos forestales (coníferas). La cuenca del Danubio drena más del 95% del territorio y proporciona al país salida al mar Negro. El resto de las cuencas hidrográficas pertenecen al Rin y al Elba. La estructura demográfica del país se caracteriza por su progresivo envejecimiento, una fuerte concentración, homogeneidad étnica (germanos) y alto grado de urbanización. Minorías eslava y judía. Reducido sector primario, seguido del secundario y del terciario, que tiende a aumentar progresivamente. Economía de libre mercado que se ha visto beneficiada por el proceso hacia el capitalismo de los vecinos checos, eslovenos, húngaros y eslovacos. Explotaciones agrícolas reducidas (cereales, patatas), con predominio de la ganadería (bovina, porcina). Industrias petroquímica, papelera y alimentaria. Siderurgia; gas natural y petróleo; madera. Dada su ubicación en el corazón de Europa, posee una excelente red de comunicaciones y un dinámico sector comercial. Por otro lado, la belleza de sus paisajes, su carácter montañoso y la existencia de históricas ciudades imperiales determinan una intensa afluencia de turistas. Austria pertenece a la EFTA (Asociación de Libre Comercio) desde 1960 y a la UE desde enero de 1995.
HISTORIA Ya en el Neolítico se desarrolló en esa zona una brillante civilización en base al trabajo del bronce y del hierro (cultura de Hallstatt) por un pueblo indogermánico: los ilirios. Éstos fueron desplazados en los albores de nuestra era por tribus celtas, que a su vez cedieron al empuje de los pueblos germánicos del N. El Imperio romano conquistó estas tierras en el siglo I a C, convirtiéndolas en provincias de alto valor estratégico (Retia, Nórica y Panonia) y fue el vehículo para la llegada del cristianismo a orillas del Danubio. El derrumbe del Imperio romano dio lugar al establecimiento de reinos bárbaros, ostrogodos y longobardos, que no tardaron en sufrir los embates de la gran marea de los pueblos que venían de las estepas asiáticas, sobre todo los ávaros. Para detener el avance destructor de esos pueblos de jinetes, Carlomagno constituyó en el año 803 la Ostmark, marca defensiva oriental del Imperio carolingio. Cuando la obra de Carlomagno se desintegró, dividida entre sus herederos, la Marca del Este quedó en manos de la dinastía otónida, que consideraba su Sacro Imperio como continuador directo de Roma. En los albores de la Edad Media el territorio austríaco fue elevado a la dignidad de margraviato gracias a su defensa victoriosa contra los magiares, iniciando así su progresiva independencia, que culminó bajo la dinastía de los Babenberg, reinantes en Austria hasta su extinción en 1253. Tras un turbulento interregno, la batalla de Marchfeld, en 1278, concedió el trono imperial alemán a la casa de los Habsburgo, que tomó a la antigua marca austríaca como estado patrimonial y base de su política de expansión territorial, por lo que se ha conocido como casa de los Austria. La ampliación de los dominios de los Habsburgo se cimentó, por encima de las conquistas militares, en inteligentes alianzas matrimoniales; así, obtuvieron los estados del Ducado de Borgoña, incluidos los Países Bajos, los de los Jagellones (Hungría, Bohemia y Polonia), y finalmente vincularon la corona de España, con todo su inmenso imperio, a la de Alemania, en la persona de Carlos V. De este modo, Austria quedó conformado como un estado multinacional cuya lengua, cultura y clases dominantes eran alemanas. Aunque en sus primeros tiempos la monarquía austríaca fue una potencia innovadora, representante del Despotismo Ilustrado, durante los ss. XVI y XVII los Habsburgo se constituyeron en defensores del Papado frente a la Reforma protestante. Asimismo, Austria se convirtió en bastión defensivo de Europa frente al expansivo Imperio otomano, inaugurando de este modo su época de gran potencia continental. Pudo así hacer frente a los conflictos sucesorios que enfrentaron a las distintas dinastías europeas agrupadas en alianzas como consecuencia del derrumbe de la hegemonía española, conservando la mayor parte de los territorios que había adquirido la línea hispana de los Habsburgo. A la brillantez política y militar de esa época correspondió un esplendor cultural plasmado en la fastuosidad del Barroco, así como una reorganización del imperio, que dejó de ser un conglomerado de estados feudales para convertirse en una unidad administrativa e institucional. En los umbrales del s. XIX, la alianza de varios príncipes alemanes con Bonaparte en la Confederación del Rin, motivó la renuncia de Francisco I a la corona del Sacro Imperio, cambiándola por la de emperador de Austria (1806), y dando así el golpe de gracia a algo que de hecho era sólo una ficción política. Una vez derrotado definitivamente el proyecto bonapartista, las potencias vencedoras celebraron la mayor cumbre diplomática de la historia hasta el momento, el Congreso de Viena (1815), capitaneado por el canciller austríaco Metternich, con el fin de sentar las bases de un reparto de poderes equilibrado en Europa, bajo la coartada de prevenir en el futuro el peligro francés. En este reparto de zonas de influencia, Austria recuperó todos los territorios arrebatados por los franceses e incluso ganó algunos nuevos; su deseo de conservar esos territorios de habla no germánica la desvinculó del proceso de unidad alemana que concluiría su rival prusiano. Europa se reorganizó bajo las premisas del absolutismo monárquico del antiguo régimen, tratando de borrar todas las huellas de la Revolución Francesa. Sin embargo, la ideología liberal de la pujante burguesía, que reclamaba constituciones escritas y mayor participación política, desembocó en una época de estallidos revolucionarios, de los que uno de los más espectaculares fue el de Viena, de 1848, que puso fin al estado burocrático y policial diseñado por Metternich. Además, la revolución en Austria tomó también tintes independentistas, dado el carácter multinacional del imperio. La monarquía se vio obligada a hacer concesiones que consideraran las diferencias nacionales: se declaró el imperio constituido por dos Estados, el Imperio austríaco y el Reino de Hungría, vinculados sólo por la persona del monarca. En realidad, era una jugada táctica que mantenía el equilibrio dentro del imperio: Austria agitaba a las minorías nacionalistas rumanas y eslavas de Hungría, de modo que ésta necesitaba seguir vinculada con la parte alemana del Imperio para mantener la hegemonía de su mitad. A esta política interior, basada en un equilibrismo entre las distintas nacionalidades, se correspondía una no menos delicada en el conjunto europeo: las teorías del mercantilismo reinante introducían necesidad de mercados, recursos y población potenciados al máximo, lo cual embarcó a las potencias europeas (Rusia, Gran Bretaña y Francia por un lado, Austria, Alemania e Italia por otro) en una carrera colonial que culminó en la Primera Guerra Mundial, cuando se rompió el equilibrio por el punto más débil: la disputa sobre los estados balcánicos surgidos de la desaparición del Imperio turco, y particularmente el rechazo de los nacionalistas serbios a integrarse en el Imperio austrohúngaro. Terminada la conflagración, con Austria en el lado perdedor, se consideró, por parte de los vencedores, que ya no tenía sentido su papel de dique frente al expansionismo ruso, alemán o turco, prefiriendo dislocar el Imperio en pequeños estados que serían potenciales clientes de las economías ganadoras de la guerra. Como además se prohibió a Austria unirse con el resto de países de habla alemana, su territorio quedó reducido al actual. La caída del imperio lo fue también de su dinastía reinante, que dejó paso a una República Democrática y Federal Austríaca, reflejada en la Constitución de 1920. Austria se vio rodeada de gobiernos dictatoriales y dudosamente legítimos, y a menudo hostiles a la antigua metrópoli. Interiormente, el país también quedó desarticulado, dividido entre un campo católico y conservador y una capital, ahora desproporcionadamente grande, más mundana y progresista, la llamada Viena Roja. Esto provocó malestar social y un clima de inestabilidad, agravado por el endeudamiento y la crisis económica de posguerra. Se produjo una auténtica guerra civil entre los socialdemócratas y la derecha, partidaria de la anexión a Alemania, que se resolvió con un golpe de estado del canciller Dollfuss, quien instauró un régimen corporativista católico, pero opuesto a la anexión o Anschluss. Finalmente, Dollfuss fue asesinado, y el alineamiento de la Italia fascista con la Alemania de Hitler (austríaco de nacimiento) hizo caer a la joven república en manos del III Reich (1938), al que acompañó en su derrota absoluta en la Segunda Guerra Mundial. Una vez terminada la guerra, Austria consiguió ser considerada víctima y no cómplice de Alemania, con lo cual pudo reorganizarse como estado independiente, recuperando la plena soberanía en 1955 y comprometiéndose a un estatus de permanente neutralidad. Quedó organizada como República Federal, con un Presidente (que comparte el poder ejecutivo con el Gobierno Federal) y dos cámaras legislativas elegidas por sufragio universal. Cada uno de los 9 länders o Estados tiene su propio parlamento. Entre 1970 y 1983 el Partido Socialista (SPÖ) del canciller Bruno Kreisky gobernó ininterrumpidamente con mayoría absoluta aplicando la fórmula socialdemócrata de estado benefactor, apoyado en un fuerte sector público de la economía. En 1983 los escándalos económicos, la crisis del petróleo y el debate sobre el centralismo del Estado, obligaron al SPØ a gobernar en coalición con los liberales, cediendo Kreisky la cancillería a Sinowatz. En junio de 1986 fue elegido presidente de la república Kurt Waldheim, con un oscuro pasado nazi, ante lo cual se rompió la coalición de gobierno. Las nuevas elecciones dieron mayoría al Partido Liberal, pero gobiernan socialistas y populistas en coalición, con Franz Vranitzky como canciller. En 1992 Kurt Waldheim fue sustituido por Thomas Klestil, poniendo fin a una incómoda situación internacional, lo cual permitió a Austria solicitar el ingreso en la UE, lo que consiguió tras un referéndum ampliamente respaldado. Austria ingresó en la UE en enero de 1995. En las elecciones celebradas este año resultó ganador el Partido Socialdeócrata (SPOE) de Franz Vranitzky. Este último fue sustituido por el también socialdeócrata Viktor Klima como primer ministro en 1997. En 1998 Thomas Klestil fue reelegido presidente de la República. Tras las elecciones legislativas de 1999, los socialdemócratas declinaron formar gobierno y en 2000 los populares y los ultraderechistas del Partido Liberal de Jörg Haider constituyeron un gabinete de coalición (Wolfgang Schőussel ocupó el cargo de primer ministro). La UE reaccionó imponiendo sanciones a Austria, levantadas a final de año. En 2003 se firmó un nuevo gobierno de coalición entre populares y el PL. En 2004 Heinz Fischer fue elegido presidente de la República.
BELLAS ARTES Los textos más antiguos en suelo austríaco son antologías religiosas recopiladas en conventos en el s. XII. Paralelamente a la poesía religiosa se cultivó el género cortesano y caballeresco, como la Leyenda de los Nibelungos. La Corte imperial fomentó extraordinariamente las artes escénicas, especialmente el género cómico y la célebre opereta, inspirados en la vida popular vienesa. La Escuela Romántica (Franz Grillparzer) refundió el drama clásico con elementos formales del Barroco austríaco y español y con la tradición popular. A fines del s. XIX, R. Ma Rilke en poesía y Kafka en narrativa renovaron las letras austríacas, si bien es tras la Primera Guerra Mundial cuando se da el inicio de una verdadera literatura nacional que tendría en Karl Kraus, Elias Canetti, Thomas Bernhard, Peter Handke, Elfriede Jelinek, K. Bayer y E. Jandl, entre otros, los máximos exponentes del s. XX. Desde la Venus de Willendorf (30 000 años), y pasando por vestigios celtas y romanos, Austria ha conocido, a lo largo de su historia, los principales movimientos artísticos del contexto europeo: románico, gótico (catedral de San Esteban, en Viena), Renacimiento, Barroco, etc., todos ellos auspiciados por el esplendor político y cultural austríaco y responsables de una importante herencia artística. Desde muy antiguo, Viena es considerada la ciudad de la música, en cuya Ópera Nacional estrenaron los más importantes compositores clásicos, muchos de ellos austríacos: Gluck, Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Mahler, Schönberg, etc. Destacan también instituciones como los Niños Cantores de Viena y primeras figuras mundiales en la dirección de orquestas.

* * *

I
(as used in expressions)
Ana de Austria
Austria Hungría
República de Austria
Juan de Austria
Juan José de Austria
Margarita de Austria
María Antonieta (Josefa Juana de Austria y Lorena)
II
ofic. República de Austria

País del centro–sur de Europa.

Superficie: 83.859 km2 (32.378 mi2). Población (est. 2002): 8.077.000 hab. Capital: Viena. Idioma: alemán (oficial). Religión: católica. Moneda: euro. Austria puede ser dividida en tres regiones. La región alpina del oeste cubre cerca de dos tercios del país; en ella se encuentra su cumbre más alta, el Grossglockner. La Selva de Bohemia es una región de tierras altas que se extiende hacia el norte hasta la República Checa. La región de tierras bajas, que comprende la cuenca de Viena, queda en el este y su principal actividad es la agricultura. El río Danubio y sus afluentes riegan casi la totalidad del país. Austria ha desarrollado una economía mixta de libre mercado y operada por el gobierno, basada en la industria manufacturera y el comercio; el turismo también es una actividad económica importante. Es una república bicameral. El jefe de estado de Austria es el presidente y el jefe de Gobierno es el canciller. Su principal contribución cultural ha sido la música (ver Joseph Haydn; Wolfgang Amadeus Mozart; Franz Schubert; Alban Berg; Anton Webern). Las mayores figuras culturales en otros campos son, entre otros, Oskar Kokoschka en el arte, Sigmund Freud en el psicoanálisis y Ludwig Wittgenstein en la filosofía. El poblamiento de Austria data desde hace unos 3.000 años, cuando los ilirios eran probablemente sus principales habitantes. Los celtas invadieron la región 400 BC y establecieron el reino de Norica. Los romanos llegaron después de 200 BC y establecieron las provincias de Retia, Norica y Panonia; la prosperidad llegó y la población se romanizó. Con la caída de Roma en el s. V AD, muchas tribus invadieron la región, entre ellos los eslavos; estos fueron finalmente vencidos por Carlomagno y la zona se tornó étnicamente germánica. La entidad política definida que llegaría a constituir Austria, emergió en 976 con Leopoldo I de Babenberg como margrave. En 1278, Rodolfo IV de la dinastía Habsburgo (más tarde Rodolfo I del Sacro Imperio Romano) conquistó la región; el reinado de los Habsburgo duró hasta 1918. Mientras estaban en el poder, los Habsburgo crearon un reino centrado en Austria, Bohemia y Hungría. Las guerras napoleónicas provocaron el fin del Sacro Imperio Romano (1806) y la creación del Imperio austríaco. El príncipe de Metternich trató de asegurar la supremacía austríaca entre los estados germánicos, pero la guerra con Prusia llevó a Austria a dividir el imperio en una monarquía dual que se denominó el Imperio austro-húngaro (ver Austria-Hungría). Sentimientos nacionalistas plagaron el reino y el asesinato del archiduque Francisco Fernando por un nacionalista serbio en 1914 desencadeno la primera guerra mundial, que destruyó el Imperio austro-húngaro. En la repartición de tierras de la posguerra, Austria se convirtió en una republica independiente. Fue anexionada a la Alemania nazi en 1938 (ver Anschluss) y se unió a las potencias del Eje en la segunda guerra mundial. La república fue restaurada en 1955 después de 10 años de ocupación por las fuerzas aliadas. Austria se incorporó como miembro pleno de la Unión Europea (UE) en 1995. Después de medio siglo de neutralidad militar, Austria era uno de los pocos miembros de la UE que no formaba parte de la OTAN al comenzar el s. XXI.

Enciclopedia Universal. 2012.