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Francia
Francia n. p. Nación de Europa occidental. ⇒ Francés, franchote, franchute, franco, franco-, gabacho, galicado. ➢ Francófilo. ➢ Francófono. ➢ Alóbrogo, aquitano, cavaro, celta, franco, galo, meldense, normando, occitano, salio, sécuano. ➢ Carlovingio, carolingio, merovingio. ➢ Cónsul, consulado, espahí, galicano, parlamento, prefecto, tribunado. ➢ Napoleón. ➢ *Calendario republicano francés. ➢ Liceo. ➢ Rococó. ➢ Afrancesado.
V. «gala de Francia, sangre de Francia».

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Francia. ¿estamos aquí, o en \Francia? expr. coloq. ¿estamos aquí, o en Jauja? □ V. gala de \Francia.

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La República Francesa o Francia (en francés: République Française), es un país europeo (ubicado en el centro de Europa Occidental) que forma parte de la Unión Europea (UE) de la cual es uno de sus fundadores. Limita al sur con España (623 Km), Andorra (56.6 Km), Mónaco (4.4 Km) y el mar Mediterráneo, al norte con el Canal de la Mancha, al oeste con el océano Atlántico, al este con Bélgica (620 Km), Luxemburgo (73 Km), Alemania (451 Km), Suiza (573 Km) e Italia (488 Km).

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(République Française)
► Estado de la Europa comunitaria. Limita con el paso de Calais, Bélgica y Luxemburgo al N, Alemania, Suiza e Italia al E, mar Mediterráneo al SE, España y Andorra al S, el océano Atlántico al O y el canal de la Mancha al NO. Su extensión es de 543 965 km2 con un total de 60 186 100 h. La capital es París. La moneda y el idioma oficiales son, respectivamente, el euro y el francés. La religión mayoritaria es el catolicismo. El relieve se estructura en tres grandes regiones: las llanuras del N y del O, los macizos antiguos y las cordilleras jóvenes. Las llanuras ocupan más del 65% del territorio, por lo que la altitud media del país no supera los 350 m, a pesar de la existencia de montañas que, con frecuencia, sobrepasan los 3 000 m. Cuenta con tres grandes conjuntos de llanuras, formadas en general por cuencas sedimentarias: las del NE, la cuenca de París y la cuenca de Aquitania. Los macizos antiguos se estructuran en tres grandes conjuntos: el macizo Central, el Armoricano y la cordillera de los Vosgos. El grupo de cordilleras jóvenes, de edad alpina, lo componen los Pirineos, los Alpes y el Jura. Se distinguen tres grandes zonas climáticas: la región oceánica, la continental y la mediterránea. La primera abarca las áreas costeras atlánticas y se caracteriza por unas temperaturas templadas y un alto grado de humedad. La región de clima continental se extiende fundamentalmente por las llanuras orientales; se divide en dos subclimas: uno relativamente moderado por la influencia atlántica, y el segundo con características propiamente continentales. El clima mediterráneo comprende la zona suroriental de Francia, la llanura media del Ródano y las áreas meridionales de algunas cadenas montañosas; se caracteriza por presentar una relativa aridez y una elevada insolación. Las zonas de montaña presentan unos inviernos muy largos y fríos, con grandes nevadas y elevadas precipitaciones, y unos veranos cortos y frescos. Aunque el dominio del clima atlántico condiciona la vegetación (hayas, robles y otras especies de hoja caduca), el paisaje muestra numerosos rastros de una humanización efectuada a lo largo de siglos, de modo que la vegetación natural ha quedado reducida a algunos puntos aislados. En la región oceánica noroccidental abundan los robledales, las retamas y los brezos, y en la cuenca de París, los bosques de hayas y robles, y los cultivos cerealísticos. El sector meridional y suroriental presenta una vegetación de tipo mediterráneo, con encinares, pinares y alcornocales. En este medio se desarrollan los cultivos de secano, como la vid y el olivo. En las zonas montañosas existe una mayor variedad forestal, con un claro predominio del abeto y otras especies alpinas en los Alpes y en los Pirineos. Hidrográficamente, Francia se divide en dos vertientes fluviales: la atlántica, con los ríos Garona, Sena y Loira, que con un recorrido de 1 020 km es el río más largo de Francia y el que tiene una cuenca más extensa (115 000 km2), y la mediterránea, con el Ródano. Comparte algunos cursos fluviales con otros países, como el Mosa, el Mosela y el Rin, que forma la frontera con Alemania a lo largo de 190 km de su recorrido. El francés constituye uno de los pueblos europeos con una mayor diversidad racial, que, con frecuencia, ha constituido una fuente de conflictos sociales y de tensiones políticas. Los movimientos de población, sobre todo la llegada de grandes contingentes de inmigrantes, a lo largo de los ss. XIX y XX, han tenido gran importancia. Actualmente, la mayoría de la población inmigrante procede de países de origen árabe y africano, de las antiguas colonias francesas. A principios de la década de 1990, Francia se encontraba entre los países europeos con una tasa de natalidad más elevada, con un número de mujeres muy superior al de hombres, una población envejecida y una disminución creciente de la tasa de sustitución. El éxodo rural ha motivado la despoblación progresiva de algunas regiones y un aumento destacado de la población urbana. A principios del s. XXI las ciudades acogían un 75% de la población total del país. El 25% restante vivía en áreas rurales, aunque cabe mencionar que solamente una minoría (6,7%) se dedicaba a las actividades agrarias. La distribución poblacional es muy irregular, según las diferentes zonas del país. A pesar de que la densidad media se aproxima a los 103 h/km2, algunos departamentos sobrepasan los 500 h/km2. Es el caso de la región de París, los departamentos de Lille y Calais al N, el de Lyon y, en la costa mediterránea, los de Marsella y Niza. Por el contrario, otros territorios no superan los 100 h/km2, como los del macizo Central, los de las Landas y los de los Alpes. Los índices de urbanización se hallan en relación directa con la densidad: en los departamentos más poblados, la mayoría de los habitantes son de carácter urbano (aprox. el 80%), mientras que en los que presentan una menor densidad, la población urbana no supera el 50%. El sistema urbano francés se caracteriza por su estructura radiocéntrica, con una extensa red de ciudades medianas alrededor de unas pocas más pobladas (París, Lyon, Marsella y la conurbación Lille-Roubaix-Tourcoing). París, la capital, constituye la mayor aglomeración de Francia y la segunda de Europa después de Londres. Acoge alrededor de 9 millones de habitantes en 335 municipios, de los que más de 6 millones viven en los departamentos urbanos de París, Val-de-Marne, Altos del Sena y Sena-Saint-Denis. Actualmente, la ciudad constituye un gran centro de servicios, con una industria de pequeña magnitud, pero de gran prestigio, uno de los principales núcleos culturales del mundo, y un destacado fórum político internacional, con la sede de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en su centro. La antigua tradición industrial de los grandes núcleos (Lille, Lyon, París) y la tradición comercial y portuaria (Marsella) han propiciado el desarrollo demográfico y económico de estas zonas del N y del E del país. A ello cabe añadir la riqueza minera de las zonas fronterizas con Bélgica y Alemania y, sobre todo, la existencia de una importante red de comunicaciones fluviales que ha permitido el contacto entre el Mediterráneo y las regiones industriales del N de Europa, a través del Ródano, el Rin, el Mosa y el Sena. Por ello, el territorio francés se divide en dos grandes áreas económicas: una industrial, la del N y el E, y otra donde los núcleos industriales son escasos y aislados, la del O y el S. Por su producto nacional bruto, el Estado francés es una de las siete potencias económicas del mundo. Francia cuenta con una tradición agrícola desde muy antiguo. Es un país productor y exportador, que actualmente se sitúa en los primeros lugares de la producción agrícola de la Unión Europea, siendo también notables los sectores ganadero y pesquero. Con una larga tradición minera y un importante potencial de recursos, Francia es el segundo país de Europa productor de mineral de hierro, y uno de los principales de bauxita y sales potásicas. La relativa escasez de yacimientos importantes de gas natural y petróleo ha favorecido la promoción de otras fuentes de energía, como la nuclear, que ha convertido a Francia en una potencia mundial de este sector. La característica más destacada de la industria francesa es la potente participación del Estado, especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, por la práctica ausencia de los grupos privados. Existe un sector industrial muy diversificado que cubre prácticamente todos los campos; sin embargo, la industria pesada es la que posee mayor importancia dentro de la economía nacional. Destacan la industria siderúrgica, la construcción de automóviles y aviones, las mecánicas, eléctricas, químicas, electrónicas, agroalimentarias, del transporte y de alta tecnología. En el sector terciario sobresalen la administración pública, las fuerzas armadas, el comercio y las finanzas. El turismo es un sector importante dentro de la economía francesa. Actualmente constituye junto a España el país con mayor afluencia de visitantes. Respecto al comercio internacional, Francia ocupa un lugar relevante. Tras su integración en la CEE, las importaciones y exportaciones comenzaron a dirigirse hacia los estados comunitarios y hacia los pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo. La red de carreteras y autopistas es la más densa de Europa después de la de Bélgica. La red ferroviaria, nacionalizada, presenta también un trazado radial. Otro sistema de transporte, que se ha desarrollado de manera muy especial en el N y el E, lo constituyen los ríos y canales interiores. Asimismo, el tráfico marítimo es muy intenso.
HISTORIA El territorio de la actual Francia se encuentra entre los que fueron poblados más antiguamente, al recibir la oleada migratoria de hombres paleolíticos llegados del África oriental hace 1 000 000 de años. Desde la segunda mitad del s. I a C y durante cuatro siglos, la Galia fue una provincia del Imperio romano y estuvo sometida a una intensa influencia cultural de los conquistadores. Cuando el Imperio se cristianizó, también la Galia recibió a sus evangelizadores: san Ireneo y san Martín de Tours. Desde aproximadamente el s. II, el Imperio entró en una crisis irreversible que acabó con la desaparición de su parte occidental dos siglos después. Los pueblos bárbaros que habían tenido un contacto más intenso con Roma fueron convertidos en aliados y defensores del imperio. De esta manera, se instalaron en la Galia multitud de pueblos germánicos (alamanes, vándalos, suevos, alanos, etc.). Este goteo pacífico de bárbaros se convirtió en el s. V en riada, en ocasiones bastante violenta. Los invasores colapsaron el Imperio y se repartieron su territorio; en la Galia se crearon diversos principados, donde los distintos grupos étnicos (visigodos, burgundios, bretones, francos) de la segunda oleada se impusieron como clase dominante sobre la mayoritaria población galorromana. Entre este mosaico de pueblos, hubo uno que consiguió cierta hegemonía sobre el resto y logró unos primeros conatos de reunificación del territorio: los francos salios. Los reyes merovingios emprendieron una activa política cristianizadora apoyándose en la monarquía, que tuvo como resultado una uniformización de la cultura, las creencias y la mentalidad de sus súbditos. Los últimos monarcas de la dinastía merovingia cedieron el ejercicio del gobierno a sus mayordomos de palacio, que pertenecían a la familia de los Arnulfos Pipínidas. En el 751 Pipino el Breve puso fin a su situación, haciéndose proclamar rey ante el final de la dinastía merovingia. Carlomagno, hijo sucesor de Pipino, extendió el dominio territorial del Imperio carolingio hasta más allá de lo que había sido la Galia romana. Pero el edificio imperial tenía numerosas grietas y la construcción de Pipino y Carlomagno entró en crisis a la muerte de este último. En el año 848, su sucesor Luis el Piadoso dividió el Imperio entre sus tres hijos por el Tratado de Verdún. Carlos el Calvo obtuvo la parte occidental, núcleo de la Francia moderna. A partir de esta segmentación, fueron aumentando las diferencias lingüísticas, culturales, etc., entre las dos orillas del Rin. A partir del s. X se instaló una nueva dinastía, los Capetos, que aprovechó y fomentó el crecimiento económico de los siglos anteriores, dando un nuevo impulso al ideal monárquico. Ello culminó con tres grandes reyes durante los ss. XII y XIII: Felipe Augusto, san Luis y Felipe el Hermoso. Con la Guerra de los Cien Años (1338-1453), la monarquía y el nacionalismo francés se reafirmaron frente a la monarquía inglesa de los Plantagenet, derrotada finalmente frente a Orleans por Juana de Arco. La victoria francesa en la Guerra de los Cien Años significó el nacimiento de Francia como nación moderna y el inicio de la monarquía absoluta. La rivalidad con España la llevó a aliarse con los países protestantes surgidos de la Reforma para enfrentarse a los monarcas hispano-austríacos de la casa de los Habsburgo. En medio de estas guerras de religión, el protestantismo penetró en Francia y provocó conflictos civiles que culminaron con un cambio de dinastía para restablecer el orden: en 1539 se entronizó a Enrique IV, primer Borbón. Los reyes de esta dinastía llevaron el absolutismo monárquico hasta su extremo, considerando a la monarquía de origen divino. En el s. XVIII la Ilustración atacó a la estructura social y política del Antiguo Régimen. La Revolución francesa fue el asalto al poder de la burguesía, clase social que empezaba a detentar la economía, para desalojar a la antigua aristocracia feudal. El proceso duró varios años y atravesó varias fases. En 1799 el general Napoleón Bonaparte depuso al Directorio e instauró el Consulado como paso previo hacia el Imperio. En el s. XIX se sucedieron varias oleadas revolucionarias de signo liberal que reivindicaban los avances que había supuesto la Revolución francesa de 1789. Las masas obreras de París desencadenaron una revuelta en 1848, la Comuna, por la cual se instauró la II República, con Luis Napoleón Bonaparte como presidente, quien en 1851 dio un autogolpe de estado, proclamando el II Imperio, que se vino abajo al ser derrotado por Prusia en el marco de las guerras provocadas por la unificación alemana. Le sustituyó un gobierno de defensa nacional que proclamó la III República, que se mantuvo hasta que la carrera colonial estalló en la Primera Guerra Mundial. El triunfo en la guerra significó un reagrupamiento de las fuerzas políticas en el interior en torno al Bloque Nacional, gobierno de consenso entre los partidos moderados. Ocupada Francia por el ejército alemán, en la Segunda Guerra Mundial, los franceses dividieron su apoyo entre el gobierno colaboracionista de Vichy y la resistencia que proclamaba el general Charles de Gaulle desde Londres. Liberada a fines de 1944, De Gaulle formó un gobierno provisional, amparándose en una tregua entre los partidos políticos. El 21 de octubre de 1945, en un doble referéndum, se decidió que la asamblea que se eligiera debía ser constituyente (rompiendo, por tanto, con la III República anterior a la guerra), y se disolvería una vez aprobada la nueva Constitución. De Gaulle fue elegido unánimemente presidente del gobierno provisional, pero al no contar con un grupo parlamentario en la Asamblea, las relaciones con los partidos políticos tradicionales fueron difíciles, lo que le llevó a dimitir el 20 de enero de 1946. La Constitución, aprobada el 13 de octubre, aumentaba ligeramente los poderes del presidente de la República y creaba una segunda cámara legislativa consultiva, el Consejo de la República. La razón por la cual De Gaulle volvió, algo después, a la política, fue la misma que marginó a los comunistas en varios países de Occidente: la guerra fría. En 1959 el país participó en la creación del Pacto del Atlántico, preludio de la OTAN. El colapso de la IV República se produjo a consecuencia de las guerras coloniales: la de Indochina, resuelta en 1955 con la concesión de la independencia, pero sobre todo por el estallido insurreccional en Argelia. En mayo de 1968 los estudiantes universitarios, imbuidos de las ideas utópicas de la extrema izquierda, se lanzaron a las calles exigiendo una reforma de la enseñanza. De Gaulle salió muy perjudicado de esta auténtica revolución callejera, y cometió el error de convocar un referéndum para saber si los franceses seguían queriendo que él ejerciera el poder supremo. Esta vez perdió, y poco después abandonó la política. Le sucedió Georges Pompidou y a éste Giscard d´Estaing. La izquierda triunfó en las presidenciales de 1981 con François Mitterrand, volviendo, en 1988, los socialistas al Gobierno. En 1995, fue elegido presidente de la República el conservador Jacques Chirac, quien tuvo que hacer frente a manifestaciones y altercados tras decidir efectuar pruebas nucleares en el atolón de Mururoa (Tahití). En 1997 se produjo el triunfo de los socialistas en las elecciones legislativas; Lionel Jospin fue nombrado primer ministro. En 2002 fue reelegido J. Chirac y el conservador Jean-Pierre Raffarin sustituyó a Jospin al frente del gobierno. En 2003 Francia encabezó, con Alemania, la oposición a la intervención militar de E.U.A. en Irak. En 2005 los electores franceses se pronunciaron en su mayoría en contra de la constitución europea, lo que ocasionó una crisis de gobierno (sustitución de J.-P. Raffarin por Dominique de Villepin). La V República francesa se rige por la Constitución de 1958, reformada en varias ocasiones. Establece que Francia es una república unitaria, laica, social y democrática. La división política comprende 21 regiones y la colectividad territorial de Córcega, subdivididos en 96 departamentos metropolitanos, a los que se unen departamentos de ultramar, colectividades territoriales, las Tierras Australes y Antárticas francesas y Nueva Caledonia, representados en las instituciones metropolitanas.
BELLAS ARTES Aunque hay testimonios anteriores de la lengua francesa, los primeros textos propiamente literarios corresponden al s. X: son hagiografías y textos de carácter religioso. En el s. XI se compusieron los más antiguos cantares de gesta, de los que la Chanson de Roland es considerado el iniciador, poemas épicos destinados a ser cantados, los cuales evolucionaron hacia la literatura caballeresca. En el s. XIII aparecieron los primeros cronistas, Villehardouin y Joinville, y también la primera novela en prosa, Lancelot du Lac. El Renacimiento fue una época realista, donde predominó la búsqueda del conocimiento. Con el s. XVII irrumpió el clasicismo; François de Malherbe puso orden léxico y métrico en la poesía, mientras que René Descartes imponía el dominio de la razón, polemizando con el empírico Blaise Pascal. Entre 1636 y 1762 aprox., se extendió el Siglo de Oro francés, muy vinculado al español. Figuras capitales en este período fueron La Rochefoucauld, Madame de La Fayette, Jean Racine y Molière, Jean Baptiste Bossuet, Fénelon y, por último, La Bruyère. Entre los racionalistas que ejercieron su magisterio en las ciencias y la filosofía, estuvieron Montesquieu, precursor de la sociología, Voltaire y los enciclopedistas Dénis Diderot, D´Alembert y Louis Buffon. Contra el espíritu positivista reaccionario destacó Jean-Jacques Rousseau, considerado precursor del romanticismo. En la prosa y en el teatro fue donde el romanticismo mostró todo su vigor: Victor Hugo, Stendhal, Mérimée, Balzac, creador de la comedia de costumbres, Alexandre Dumas padre, George Sand y Benjamin Constant. En el naturalismo del s. XIX se inscribieron Flaubert, Alphonse Daudet, Émile Zola y Maupassant. El s. XX nació bajo la influencia del amoralismo de André Gide, la filosofía de Henri Bergson y la construcción narrativa y psicológica de Marcel Proust. En la novela moderna cabe mencionar a André Malraux, Camus y Henri de Montherlant, así como al filósofo existencialista Jean-Paul Sartre y su colaboradora Simone de Beauvoir, y más recientemente a Alain Robe-Grillet; en poesía, destacan tres nombres: André Bréton, Louis Aragon y Paul Éluard. Desde el s. VI al X el arte de Francia había sido una derivación del arte «bárbaro» impuesto en toda Europa, y que los carolingios intentaron entroncar con la Antigüedad. En el s. XI los monasterios fueron los focos de una renovación de la cultura y el arte, bautizada en el s. XIX como románico. También se recuperó la escultura con una intención pedagógica y evangelizadora. A partir del s. XII surgió el gótico, una nueva forma de arte vinculada al resurgir de la idea monárquica y al auge de las ciudades en que ésta se apoyó. Las obras góticas por excelencia son las catedrales (París, Reims, Chartres). Desde fines del s. XIV, fue adquiriendo auge el retrato. Durante los ss. XV y XVI Francia cedió la primacía a las dos grandes potencias artísticas del Renacimiento, Italia y Flandes. El academicismo primó durante los ss. XVI y XVII bajo distintas órdenes y tendencias. La monarquía absoluta impuso un racionalismo estético que tuvo al palacio de Versalles como culminación. En el s. XIX la arquitectura se hundió en un eclecticismo en el que la única novedad fue el empleo de la tecnología del hierro (torre Eiffel) hasta la llegada del modernismo o art nouveau, que revivificó el neoclasicismo. En pintura, y a partir de 1870, la búsqueda de la luz culminó en el impresionismo (Manet, Degas, Monet, Renoir, Seurat). Próximos al simbolismo, se situaron Gauguin, Redon y Rousseau. Toulouse-Lautrec (con el holandés Van Gogh) reflejó la naturaleza como un drama y Cézanne se situó en los umbrales del cubismo. El español Juan Gris prolongó el cubismo, mientras el dadaísmo se apagaba por el ostracismo de su máximo representante, Marcel Duchamp. Tras la Segunda Guerra Mundial Picasso fue el modelo a seguir. En 1960 el neorrealismo europeo correspondía al pop-art estadounidense, con sus técnicas fotográficas, de collage y de ensambladura. En la actualidad, no existe separación entre las distintas artes plásticas. En el terreno musical, el canto gregoriano ornamentó todas las fases de la liturgia antes del año 1000. Esta vocalización del recitado musical originó, en el s. XII, el teatro musical. En los siglos centrales de la Edad Media (XII-XIV) se desarrolló una poesía profana cantada: la lírica trovadoresca. Fue en Francia donde se creó la polifonía, superposición de varias líneas melódicas. En el s. XVIII se cultivaron la sonata, el concierto y la sinfonía. Recientemente, se han constatado tres corrientes: el grupo Joven Francia (que integra aportaciones exteriores, como la música oriental); una segunda, renovadora de la dodecafonía vienesa (Pierre Boulez); y la última, que ha agregado a la música medios extraños a la tonalidad tradicional. En cuanto al cine, el 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumière inventaron el cinematógrafo, pero su potencialidad no fue explotada hasta que Georges Méliès introdujo la ficción, y Léon Gaumont y Charles Pathé la lógica empresarial. En los años 20 apareció la escuela impresionista, cine experimental vanguardista, y en los 30, el realismo poético, con el que nació la fama de intérpretes como Jean Gabin, Michèle Morgan, Louis Jouvet, Charles Boyer, Danielle Darrieux o Jean Pierre Aumont. Tras la Segunda Guerra Mundial se incorporaron cineastas como Robert Bresson o Henri-Georges Clouzot. A partir de 1958 numerosos críticos se incorporaron a la nouvelle vague, sobresaliendo François Truffaut, Claude Chabrol, Jean Luc Godard, Alain Resnais, Agnès Varda, Louis Malle y Jacques Demy. Paralelamente se desarrolló el cinéma verité, ensayo en el límite entre la ficción y el documental. Costa-Gavras fue el máximo exponente del cine de contenido político.
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Francia, José Gaspar Rodríguez de

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I
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Francia, Tour de
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II
ofic. República Francesa

País de Europa occidental.


Enciclopedia Universal. 2012.